martes, 11 de junio de 2013


"Una ventana en el pecho", Mara, 2009




UNA PROMESA

Y si por un río secreto
navegan desnudos los muertos
y un barquero ciego los guía
y, como corresponde,
se queda con el cobre prensado
que los deudos ponen en los ojos
de aquellos navegantes. A ese río,
y a ese barquero
habré de enviar
el agua taciturna que amanece
en mi rostro –la carroña–
el canto maldito que insiste
y, si es necesario,
me abriré una ventana en el pecho
para que salga
lo que de sombra quede
lo que te dañe
lo que no te guste
la piel usada,
el corazón y la palabra herida
habré de condenar
al fúnebre destierro
con una bolsa de monedas
de oro puro que gratifique
el triste adiós
que desteje ese río
y la incesante noche del ciego.

* * *

De: Sin el azul del día


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